Ayné

Hoy he asistido a un magnífico curso sobre "Comunicación e influencia", y mientras mi genial profesora exponía anécdotas me he sentido identificada en muchísimos aspectos de mi vida laboral y cotidiana. Por ello me gustaría compartir con vosotros un pequeño resumen de lo que mi pequeña cabecita ha conseguido retener en este curso.


Resulta que además de la inteligencia intelectual propiamente dicha, existe un término que yo desconocía hasta esta misma mañana: "Inteligencia emocional".

En nuestro entorno laboral, en especial cuando se trabaja en equipo, o como responsable de éste, no son suficientes nuestras capacidades técnicas. Cuando trabajamos con personas, tenemos que saber tratar a cada una de ellas. No todos somos iguales, y no todos reaccionamos de igual forma ante las situaciones que se nos presentan.

"La inteligencia emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos".

Según nos explicaba nuestra profesora, para ser emocionalmente inteligentes debemos saber controlar las siguientes características:

Características Intrapersonales:
  • Autoconocimiento
  • Autorregulación
  • Autoestima
  • Automotivación

Características Interpersonales:
  • Expresión de emociones
  • Asertividad
  • Empatía
  • Gestión de conflictos: constructivos y destructivos
Como 8 horas de curso son irresumibles en un post, os comento estas características que me han parecido especialmente interesantes: el autoconocimiento y la autorregulación. Otro día más.


Autoconocimiento: modelo de la Ventana de Johari

¿Cuánto nos conocemos a nosotros mismos? ¿qué parte de nosotros no queremos ver? ¿qué errores no queremos reconocer?

La Ventana de Johari representa el modelo de interacción humano. Esta ventana se divide en cuatro cuadrantes (tal y como se observa en la figura), basándose en qué conocemos sobre nosotros mismos y qué es lo que saben y perciben los demás.


El área libre, representa la información que es conocida por mí, y también por los demás. La obvia. La más sencilla. La información sobre mí que yo comparto, las sensaciones que transmito con mi comportamiento.

El área oculta, habla de mi intimidad. Qué aspectos de mí conozco que los demás no llegan a ver (porque no los perciben o porque los oculto deliberadamente).

El área ciega, es en cambio, la zona a la que mayor atención debemos prestar para mejorar nuestro nivel de autoconocimiento. Se trata de aspectos sobre mi persona que los demás perciben y que yo soy incapaz de ver. Debemos escuchar a los demás, observar, preguntar, recibir las críticas abiertamente para reconocer aquéllos puntos de nuestra personalidad que desconocemos.

El área desconocida, es la más extraña quizá. Engloba la situación de cuando ni los demás ni nosotros mismos somos capaces de ver o entender parte de nuestra personalidad. Pero eso no significa que no exista, simplemente, que la desconocemos.

Os cuento una anécdota que deja mucho más claro este punto. Elena (nuestra profesora) comentaba que tuvo una cochee, con una fobia un tanto "curiosa": no soportaba tener su cabeza bajo el agua, ni en una piscina, ni en el mar, ni si quiera bajo una ducha. Estuvo durante años en terapia sin obtener resultados.

Un día decidió compartir su secreto con su madre que no conocía su fobia. A lo que la madre le contestó: "hija, no sé si tendrá algo que ver. Cuando eras pequeña, te estaba bañando, y me descuidé un segundito (¿un segundito nada más, eh?), y casi te ahogas..."

Resumiendo: la madre desconocía la fobia de su hija, la hija desconocía los motivos de su fobia (cuarto cuadrante, la mujer sufría de un trauma infantil, que ni madre ni hija conocían), pero al hablar entre ambas llegaron al origen del problema que tantos años de terapia le había costado.

Moraleja:

Hagamos un esfuerzo por conocernos mejor. No hay mayor ciego que el que no quiere ver.

Autorregulación: Test de las golosinas

En los años 60, se realizó un estudio de autocontrol a niños de 4 os. El estudio consistía en grabar a un niño sin que éste lo supiera para conocer cómo era capaz de controlar sus impulsos. El niño en cuestión, se encontraba sentado frente a una mesa. Un adulto le dejaba sobre ella un Donut, y le decía que iba a ausentarse durante un rato. El niño si quería, podía comerse el Donut, pero si al volver el adulto, no lo había hecho, entonces le daría otro como recompensa.

Hubo reacciones de lo más variopintas. Había niños, que sin dudarlo ni un momento, haciendo buen uso del "ahora o nunca" se comían su Donut. Otros en cambio, giraban la silla para no ver el Donut y esperar a que el adulto regresara, otros se levantaban y cantaban con total de distraerse, otros lo chupaban un poquito, y lo volvían a dejar en el plato...

El estudio continuó años después, y se analizó como habían evolucionado las personalidades de aquéllos niños, ahora ya adolescentes. Por norma general, los niños que se habían comido el Donut, habían tenido peores expedientes académicos, eran conflictivos y algunos hasta tenían problemas con las drogas.
Los niños que en su día se autocontrolaron, eran socialmente más competentes, tenían objetivos académicos bien definidos, y afrontaban mejor sus problemas.

Al parecer, nuestra inteligencia emocional forja sus bases durante los siete primeros años de nuestra vida.

¿Pero qué es técnicamente la autorregulación?

¿Cuántas veces nos ha pasado que en una discusión acalorada hemos dicho algo de lo que luego nos hemos arrepentido? Infinitas veces ¿no? ¿Pero por qué primero sentimos y luego pensamos?

Imaginemos que un día llegamos a casa y nos comunican que nos ha tocado la lotería ¿cuál es nuestra reacción? Gritar de alegría, llorar... ¡Quién sabe! el caso es que en primer lugar, mostramos nuestras emociones, y después pensamos ¿qué voy a hacer con el dinero?

¿Cuántos casos de maltratadores que después se han suicidado hemos oído en las noticias?

Pues bien, según lo que me han explicado hoy, y si me equivoco que la doctora me corrija, cuando algo exterior nos impacta auditiva o visualmente, inmediatamente se registra en nuestro tálamo. Este envía mediante un impulso eléctrico la información a nuestro sistema límbico (el que gestiona nuestras emociones) y al cortex (la zona racional). Por decirlo de alguna forma, el camino que tienen que recorrer esos impulsos son diferentes, siendo el que conduce al sistema límbico (el emocional) más corto.

Por eso, primero sentimos y luego pensamos. Y el tiempo que transcurre desde que el impulso llega al sistema límbico hasta que llega al cortex (desde que sentimos, hasta que razonamos) es el que tenemos que autocontrolar.

Y queridos amigos, como señal de mi propio autocontrol, y en un intento de no superar las 1.100 palabras y me dejéis de leer (si no lo habéis hecho ya), me retiro hasta la próxima lección de Inteligencia emocional.


3 Responses
  1. Eneritz Says:

    Creo que no tengo nada que añadir, jeje


  2. Anónimo Says:

    Aunque no te conozco y ni siquiera sé si leerás este comentario, que sepas que me ha gustado mucho esta entrada. La verdad es que me ha hecho reflexionar, así que seguiré leyendo tu blog porque parece tener cosillas interesantes. Por cierto, me encanta el diseño, es precioso.


  3. Ayné Says:

    ¡Muchas gracias! Me alegro de que te haya gustado. A ver si lo retomo que hace mucho que no escribo :-)


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