Ayné


Siempre había pensado que este dicho era un estupidez, como tantos otros.
Pero esta vez es diferente.


El 2010 es mi año. He encontrado el nido. Mi nido. Nuestro nido.


Espero vuestras visitas... y por supuesto, vuestras manos para pintar las paredes ;)


Welcome home!



Ayné


Y aquí sigo, volando sin rumbo por el cielo del 2010, cargada de ilusiones, miedo y ansiedad. Agito mis alas y observo el nido que espera en mi destino. No muy lejano, se atisba en el horizonte, y yo me pregunto:


¿Será ese mi nido? ¿ahí espera mi ilusión? ¿los brownies? ¿los cafés? ¿el helado? ¿las pelis? ¿las cenas con velas? ¿Es ese el nido que está cargado de millones de buenos momentos que compartiré con vosotros?


¿Es ese el nido del cuco?





Ayné
Una mesa de madera. Cuatro sillas. Un tapete verde.
Al fondo un tipo que se hace llamar Destino.


Sentados en las mesas, cuatro personas esperando recibir sus cartas. 
Destino les observa, baraja las cartas. Son mágicas, son todas iguales, cartoncillos en blanco que reparte a cada uno de los cuatro jugadores.


Levanto mi abanico de cartas. Destino me mira de arriba abajo, me analiza, entra en mi mente, y las cartas se van dibujando una a una. El siete de espadas, el dos de copas, el tres de bastos y la sota de oros. Sin duda malas cartas.


Destino, hace lo propio con los otros tres jugadores, los analiza y pinta sus abanicos de cartas.
Comienza la partida.


Sobre la mesa, apoyados los cuatro jugadores, cada uno asume su rol. 


Luck es un tío afortunado, con suerte, Destino le dio buenas cartas. Tiene la partida solucionada. Nació con estrella. Le salió el comodín.


CaballoGanador, tiene malas cartas, pero sabe afrontar la situación. Se marca faroles, es un tío seguro, juega a doble o nada, y siempre gana.


Mathew, es frío y calculador, observa sus cartas y cuenta las que salen sobre la mesa, hace sus cálculos, se vale de su inteligencia independientemente de lo que la baraja de Destino le haya deparado.


Y al otro lado: yo. 


Miro mis cartas. Pienso en la matriz Dafo, debilidades y fortalezas. Conozco cuáles son las cartas que me hacen fuerte y cuáles me harán perder la partida. De repente Morfeo entra por la puerta, coge una banqueta, se sienta junto a mí y me susurra "Recuerda que siempre guardas un As en la manga".


Le sonrío. Es un gran tipo. Confía en mí, cree que ganaré la partida, que lucharé como nadie por salir vencedora.


Me concentro en mis cartas de nuevo. Miro el tapete verde y las cartas que están descubiertas sobre él. Pienso en el As y se me saltan las lágrimas. 


Miro a Morfeo y le pregunto: 
¿Cómo voy a ganar la partida si no sé a qué estamos jugando?


Me acaricia la mejilla y me dice: "Toma las riendas de tu vida."