Ayné


Los días soleados me hacen soñar despierta...

Cielo azul. En el medio una nube de algodón, pequeñita y blanca. Me siento en ella y dejo colgar mis pies. Es cómoda y mullida.

Llevo el pelo recogido con una diadema roja, unos pantalones vaqueros pitillo y unos zapatos también rojos que se me caen. El izquierdo se resbala hasta mis dedos y siento las cosquillas en mi pie. Es una sensación agradable.

Me río. Me siento feliz.

Vuelvo a colocar el zapato en su sitio y sigo disfrutando de mi piruleta con forma de corazón. De repente una pequeña ráfaga de viento me arranca el collar de margaritas que había hecho en el parque, las flores se desprenden y las veo volar.

Los niños miran al cielo asombrados: ¡están lloviendo margaritas con olor a piruleta!


Ayné

Hoy he asistido a un magnífico curso sobre "Comunicación e influencia", y mientras mi genial profesora exponía anécdotas me he sentido identificada en muchísimos aspectos de mi vida laboral y cotidiana. Por ello me gustaría compartir con vosotros un pequeño resumen de lo que mi pequeña cabecita ha conseguido retener en este curso.


Resulta que además de la inteligencia intelectual propiamente dicha, existe un término que yo desconocía hasta esta misma mañana: "Inteligencia emocional".

En nuestro entorno laboral, en especial cuando se trabaja en equipo, o como responsable de éste, no son suficientes nuestras capacidades técnicas. Cuando trabajamos con personas, tenemos que saber tratar a cada una de ellas. No todos somos iguales, y no todos reaccionamos de igual forma ante las situaciones que se nos presentan.

"La inteligencia emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos".

Según nos explicaba nuestra profesora, para ser emocionalmente inteligentes debemos saber controlar las siguientes características:

Características Intrapersonales:
  • Autoconocimiento
  • Autorregulación
  • Autoestima
  • Automotivación

Características Interpersonales:
  • Expresión de emociones
  • Asertividad
  • Empatía
  • Gestión de conflictos: constructivos y destructivos
Como 8 horas de curso son irresumibles en un post, os comento estas características que me han parecido especialmente interesantes: el autoconocimiento y la autorregulación. Otro día más.


Autoconocimiento: modelo de la Ventana de Johari

¿Cuánto nos conocemos a nosotros mismos? ¿qué parte de nosotros no queremos ver? ¿qué errores no queremos reconocer?

La Ventana de Johari representa el modelo de interacción humano. Esta ventana se divide en cuatro cuadrantes (tal y como se observa en la figura), basándose en qué conocemos sobre nosotros mismos y qué es lo que saben y perciben los demás.


El área libre, representa la información que es conocida por mí, y también por los demás. La obvia. La más sencilla. La información sobre mí que yo comparto, las sensaciones que transmito con mi comportamiento.

El área oculta, habla de mi intimidad. Qué aspectos de mí conozco que los demás no llegan a ver (porque no los perciben o porque los oculto deliberadamente).

El área ciega, es en cambio, la zona a la que mayor atención debemos prestar para mejorar nuestro nivel de autoconocimiento. Se trata de aspectos sobre mi persona que los demás perciben y que yo soy incapaz de ver. Debemos escuchar a los demás, observar, preguntar, recibir las críticas abiertamente para reconocer aquéllos puntos de nuestra personalidad que desconocemos.

El área desconocida, es la más extraña quizá. Engloba la situación de cuando ni los demás ni nosotros mismos somos capaces de ver o entender parte de nuestra personalidad. Pero eso no significa que no exista, simplemente, que la desconocemos.

Os cuento una anécdota que deja mucho más claro este punto. Elena (nuestra profesora) comentaba que tuvo una cochee, con una fobia un tanto "curiosa": no soportaba tener su cabeza bajo el agua, ni en una piscina, ni en el mar, ni si quiera bajo una ducha. Estuvo durante años en terapia sin obtener resultados.

Un día decidió compartir su secreto con su madre que no conocía su fobia. A lo que la madre le contestó: "hija, no sé si tendrá algo que ver. Cuando eras pequeña, te estaba bañando, y me descuidé un segundito (¿un segundito nada más, eh?), y casi te ahogas..."

Resumiendo: la madre desconocía la fobia de su hija, la hija desconocía los motivos de su fobia (cuarto cuadrante, la mujer sufría de un trauma infantil, que ni madre ni hija conocían), pero al hablar entre ambas llegaron al origen del problema que tantos años de terapia le había costado.

Moraleja:

Hagamos un esfuerzo por conocernos mejor. No hay mayor ciego que el que no quiere ver.

Autorregulación: Test de las golosinas

En los años 60, se realizó un estudio de autocontrol a niños de 4 os. El estudio consistía en grabar a un niño sin que éste lo supiera para conocer cómo era capaz de controlar sus impulsos. El niño en cuestión, se encontraba sentado frente a una mesa. Un adulto le dejaba sobre ella un Donut, y le decía que iba a ausentarse durante un rato. El niño si quería, podía comerse el Donut, pero si al volver el adulto, no lo había hecho, entonces le daría otro como recompensa.

Hubo reacciones de lo más variopintas. Había niños, que sin dudarlo ni un momento, haciendo buen uso del "ahora o nunca" se comían su Donut. Otros en cambio, giraban la silla para no ver el Donut y esperar a que el adulto regresara, otros se levantaban y cantaban con total de distraerse, otros lo chupaban un poquito, y lo volvían a dejar en el plato...

El estudio continuó años después, y se analizó como habían evolucionado las personalidades de aquéllos niños, ahora ya adolescentes. Por norma general, los niños que se habían comido el Donut, habían tenido peores expedientes académicos, eran conflictivos y algunos hasta tenían problemas con las drogas.
Los niños que en su día se autocontrolaron, eran socialmente más competentes, tenían objetivos académicos bien definidos, y afrontaban mejor sus problemas.

Al parecer, nuestra inteligencia emocional forja sus bases durante los siete primeros años de nuestra vida.

¿Pero qué es técnicamente la autorregulación?

¿Cuántas veces nos ha pasado que en una discusión acalorada hemos dicho algo de lo que luego nos hemos arrepentido? Infinitas veces ¿no? ¿Pero por qué primero sentimos y luego pensamos?

Imaginemos que un día llegamos a casa y nos comunican que nos ha tocado la lotería ¿cuál es nuestra reacción? Gritar de alegría, llorar... ¡Quién sabe! el caso es que en primer lugar, mostramos nuestras emociones, y después pensamos ¿qué voy a hacer con el dinero?

¿Cuántos casos de maltratadores que después se han suicidado hemos oído en las noticias?

Pues bien, según lo que me han explicado hoy, y si me equivoco que la doctora me corrija, cuando algo exterior nos impacta auditiva o visualmente, inmediatamente se registra en nuestro tálamo. Este envía mediante un impulso eléctrico la información a nuestro sistema límbico (el que gestiona nuestras emociones) y al cortex (la zona racional). Por decirlo de alguna forma, el camino que tienen que recorrer esos impulsos son diferentes, siendo el que conduce al sistema límbico (el emocional) más corto.

Por eso, primero sentimos y luego pensamos. Y el tiempo que transcurre desde que el impulso llega al sistema límbico hasta que llega al cortex (desde que sentimos, hasta que razonamos) es el que tenemos que autocontrolar.

Y queridos amigos, como señal de mi propio autocontrol, y en un intento de no superar las 1.100 palabras y me dejéis de leer (si no lo habéis hecho ya), me retiro hasta la próxima lección de Inteligencia emocional.


Ayné
¿Recordáis el show de Raffaella Carrà? Ayer me vino a la cabeza, se llamaba: ¡Hola Raffaella!.
Sí, sí, el de esa rubia platino, de melenita, risueña como ella sola, que cantaba:


"Y se encuentra una mujer (qué dolor, qué dolor),
dentro de un armario (qué dolor, qué dolor)"

Y os diréis ¿qué?

Sí, sí, ¿no os acordáis de
aquella prueba en la que los invitados tenían que descubrir de qué famoso se trataba, haciendo analogías del tipo, "y si fuera una canción, cuál sería"?

Pues sí. Ahí estaba yo dándole rienda suelta a mi arte culinario, véase, preparando una ensalada para cenar, cuando me dije, ¡lo tengo claro!

Si yo fuera una hortaliza... ¡sería una cebolla!


Ayné


No tengo mucho que decir. La foto habla por mí.

Al parecer últimamente veo el mundo con otros ojos, y es que no hacen más que venirme a la cabeza momentos en los que me he sentido feliz, tranquila, en paz...

Y ahí estoy yo.
No hace tantos meses.

El gorro de lana (precioso regalo de alguien que me quiere mucho), protege mis orejas del frío. Por sus agujeritos, entran pequeñas ráfagas de viento, que me hacen estremecer. El aire revuelve el poco pelo que se escapa por debajo de él.

Al fondo, una presa, con la superficie congelada, una balconada con nieve en la acera y una barandilla empapada que gotea.

Frío, mucho frío...

Mis vaqueros están mojados. Mis pies también. Un abrigo espera impaciente en el coche. Pero no me preocupa.
Mis ojos están demasiado ocupados.

Ayné

7:00 de la mañana. Vuelvo a mi cama, que me espera acogedora con las mantas abiertas y aun calientes.

La calle está vacía y el suelo mojado.

Tranquilidad.

El ruido de las ruedas deslizándose por el asfalto, los primeros rayos de sol, pájaros volando, Alicia Keys sonando, bajito, muy bajito.

Adoro conducir de madrugada...


Ayné
  • Actimeles
  • Salsa boloñesa (Knor)
  • Galletas del Eroski, las de mantequilla con un trozo de chocolate "pegado" encima
  • Ensaladas Florette
  • Tomate y cebolleta
  • 6 croissants (para Allie)
  • Pizzas Casa Tarradellas
  • Saco de patatas
  • Häagen-Dazs de Cookies (tamaño grandeeeeeeeeeee)
  • Un regaliz rojo gordote de los de metro (los que venden en el videoclub)
  • Una revista de decoración de interiores
  • Muchos Kit-Kats
  • Pascual Funciona, sabor mediterráneo
  • Pan Bimbo (del artesano), jamón y salsa pantumaca
  • 5 kg de buen humor
  • 2 unidades de coraje
  • 1 unidad de sonrisa
  • 5 unidades de autoestima
  • 10Kg de amor propio
  • Paciencia de tipo A, para aguantar a "impresentable B" en el trabajo -> IMPORTANTE: comprar hasta agotar existencias
Ayné


Aquí estoy, otra vez. Tarde de domingo. Aburrida en casa. Arreglando el mundo conmigo misma.

Odio los domingos. No hacen más que recordarme que mañana es lunes.
Sí, maldigo los domingos...

Me da que pensar...
Vivimos en un mundo de locos, donde hasta "los pájaros visitan al psiquiatra". Cada día estoy más convencida de que somos nosotros mismos (todos y cada uno de nosotros), los que nos auto-infringimos el dolor.

Fijaos: es domingo, día de fiesta, de hecho, único día de fiesta para muchos, y en lugar de disfrutarlo, me martirizo pensando que mañana llegará el maldito lunes. Mañana preferiré que sea domingo.

Buscamos nuestros problemas donde aparentemente no los hay (siempre hay excepciones, claro está). Y en el caso de haberlos, preferimos dejarnos hundir. Supongo que es la postura más cómoda. Nadar requiere mucho esfuerzo, y a mí, personalmente, nunca se me dio bien.

Y sigo pensando...
Las cosas cambian. De hecho cambian continuamente. ¿Por qué no adaptarse a ellas? ¿Por qué nos dejamos envenenar por la manzana roja? ¿Será que es irresistible? Tan brillante, tan roja, tan apetecible, taaan...

No. Para nada. No es ni brillante, ni apetecible, ni irresistible. ¿Desde cuándo el veneno es dulce? ¿Sobreviviré a la tentación? Estoy segura de que sí.

Porque se acabó. No pienso morder más manzanas envenenadas.

Ayné

Fecha:
Día D, hora H

Lugar:
Planta 8º

Asistentes:

  • Chicos buenos
  • Chicos malos
Orden del día:

  • Toque de atención colectiva a los chicos malos.
  • Los chicos malos intentan defenderse sin éxito.
  • Chico bueno intenta sacar la cara a los chicos malos, y dice que a lo mejor no son tan malos.
  • Chica buena se cabrea. Se cabrea mucho. Señala con el dedo a uno de los chicos malos que intentaba librarse del sermón. Toda la ira de la chica buena le llueve encima al chico malo que se escaquea.
  • Chico malo quiere morir.Resto de chicos buenos quieren que les trague la tierra.
  • A los chicos malos les come la lengua el gato.

Final de la reunión. Visto para sentencia.
Levanten acta.

¿Escarmentarán los chicos malos?


Ayné



Siempre me ha resultado increíble como algunas mujeres maltratadas vuelven con sus maridos. Me acabo de dar cuenta, que al final no soy tan diferente a ellas. Gracias a Dios, yo no puedo hablar de la experiencia de haber vivido semejante agonía, pero en gran parte me siento identificada con la necesidad de volver a quien te ha hecho daño. Mucho daño.

Haber perdonado una vez tras otra, para volver a sentirte humillada y pisoteada, y aunque todo sentido común indique que debes hacer lo contrario, arrastrarte otra vez, perdiendo la poca dignidad y amor propio que te quedaba.

Es una historia muy larga...


Como toda buena historia, comienza hace muchos años, en un lugar de Cantabria de cuyo nombre no quiero acordarme:

  1. Chico y Chica se enamoran
  2. Chico deja a chica sin dar ningún tipo de explicaciones porque Chica, según sus propias palabras, "ya no es nadie en su vida y no tiene por qué dárselas"
  3. Pasan diez años, y Chica no sabe nada de Chico
  4. Un día Chico ve a Chica y se pone en contacto con ella
  5. Le dice que la quiere, que no la ha olvidado, que fue un imbécil (en esto Chica está de acuerdo)
  6. Chica perdona a Chico
  7. Chico insiste durante meses
  8. Chica está felizmente emparejada
  9. Deciden ser amigos
  10. Hablan a diario durante meses, y Chica se cree las mentiras de Chico
  11. Pasan los meses y Chico se empareja con otra
  12. Chico desaparece del mapa
  13. Las conversaciones con Chico se reducen a cuatro frases cada seis meses.
  14. Chica reclama una atención mínima para cumplir como amigo suyo que decía que era
  15. Chico se enfada. Hace sentir culpable a Chica y le dice que no es en absoluto prioritaria en su vida. Pide que le deje en paz, que no le gusta oír las bobadas de Chica.
  16. Chico deja de dirigir la palabra a Chica.
  17. Chica, agacha la cabeza, se come sus palabras y pide perdón, no soporta estar a malas con Chico
  18. Chico sigue sin preocuparse lo más mínimo por Chica
  19. Chica se acostumbra, y ya no confía en él
  20. Chico deja a su pareja
  21. Vuelven las conversaciones y (fichas) diarias
  22. Chico dice que ha sido un imbécil, que ha estado ausente y que lo siente. Que no volverá a repetirse porque Chica es super importante en su vida.
  23. Chica se cree las mentiras de Chico
  24. Chica perdona a Chico
  25. Chico se empareja con otra (otra vez). Volver al punto 12.
Como veréis, queridos, del punto 25 se pasa al 12, y cuando se llega de nuevo al final, ¡sorpresa! de vuelta al punto 12. Es un bucle (infinito), repetitivo y muy frustrante.

Pues bien, ayer hice un repaso a los puntos 13, 14, 15 y 16 (por si se me habían olvidado...) y recibí contestaciones como:
  • "no estoy atento a tu conversación, porque tengo otras cosas que hacer, como ver la tele"
  • yo: "ayer te fuiste sin despedirte", amigo: "¡ah! pues ni me di cuenta", yo: "¡ah! pero si te dije que llevaba una semana horrible", amigo: "vas lista si quieres que te pregunte por qué estás mal, ¿es que tengo que estar detrás de ti? "
  • "deja de decir bobadas"
  • "no, no te presto ni un 1% de mi atención"
  • "¡sólo piensas en ti!"
  • "paso de ti, cuando te pones melancólica y paranoica"
  • Fin de la conversación.
Sí, señores, resulta que pedir a un amigo (después de seis meses sin saber nada de él, con lo importante que eras en su vida...) que te dedique 5 minutos para contarle lo mal que te encuentras, es de melancólicas y paranoicas.

Veréis, esto me recuerda a los maridos infieles. Sí, sí, esos que regalan flores a sus mujeres, para sentirse mejor. Es común que se pongan hechos una furia cuando ellas les descubren. Por su puesto, lo niegan todo, y le gritan a su mujer:"¡estás loca! ¿pero no ves que te regalo flores?"

Este tipo de expresiones (en las que llamas loca a tu mujer) tienen mayor fuerza cuando se dan en una situación pública. Es lógico, los machos ibéricos, es así como funcionan... ¿es que eres tonta, no lo entiendes?

Pues así me siento yo. Como una mujer a la que le regalan flores. Como un trapo viejo. Utilizada, engañada y humillada.

Pero buenas noticias, damas y caballeros, se acabó. Hoy he encontrado mi amor propio, ese que he perdido en tantas ocasiones, y me juro a mí misma, que es la última vez que me tratan como a un cero a la izquierda. No habrá más oportunidades para pisarme sin piedad. Para pasar por encima de mí y contestar a mis "te echo de menos" con orgullo, bordería, insultos y arrogancia.

Ahora sé, que no eras mi amigo. Que lo que me hacía sentirme importante para ti no era amistad, era sucio interés. Y tonta de mí, que tantas veces me he arrastrado, que tantas veces me he disculpado por no creer tus mentiras...

Oféndete, ódiame, grítame.
Pero jamás, jamás, volverás a pisarme.

Ayné

Se acabó nuestra bonita historia de dos.

La verdad es que voy a echarte mucho de menos. No dejaré de verte en todas partes. Llegaré a verte incluso con otras y echaré tanto de menos sentir tu calor en mis manos, en mi boca, el humo que desprendes.

Te sustituiré por otro amor, quizá más descafeinado, quizá más dulce (como el chocolate), pero ninguno será comparable a tu sabor.

Amargo tirando a dulce. Así eres, así has sido siempre. Y eso que al principio no me gustabas. Me he hecho adicta a ti. ¡Te quiero tanto!

Pienso en ti todas las mañanas. Como me gustaría que vinieras con un zumo (de naranja) y unas tostadas a mi cama. Me haces tanta falta... y sin embargo, ¡maldito seas! ¿por qué me dueles en el pecho? ¿por qué me haces tanto daño?

Hoy he decidido que tengo que dejarte, por mucho que me duela.
Mi querido café con leche.


Ayné

Suena la alarma. Mi pequeño móvil me dedica "Big girls don't cry".

Abro los ojos y empiezo a ser consciente de lo que ocurre: toca levantarse.

¡Neuronas en marcha! ¡AR!

Me hago la remolona un rato. Me vuelvo a tapar (hasta las orejas como de costumbre).
Entonces empiezo a divagar:

¡Vaya, qué voz tan dulce!
Tengo que poner un nombre a mi nueva adquisición... ¿Qué tal Fergie? Sí, como la cantante.

Me recuerda a Farggi, y eso lo hace más personal. Además es blanquita, como los gofres de leche condensada ¡mmmmmmm!

Despierto de mi ensoñación. Paro la alarma y Fergie deja de cantar.

Consigo colocar mi cuerpo en posición semi-vertical. Dios mío, debería estar prohibido madrugar... Me prometo a mí misma acostarme pronto esta noche (como todos los días, sé que es una promesa que no voy a cumplir).

Posición vertical (con gran esfuerzo de cuerpo y alma).
Necesito lavarme la cara.

Delante del espejo, pienso en Allie, que no se me olvide mandarle un mensaje...


Ayné


Salgo de la ducha. Hace frío y me pongo mi albornoz (naranja). Me miro en el espejo, pero aun está empañado y no consigo verme. Me seco las gotitas de agua que quedan en mis pies y pienso que hace dos semanas que no piso el gimnasio.

Vaya, dos semanas de sedentarismo no están nada mal. Mañana empiezo otra vez.

¿Conseguiré vencer mi pereza?
Ayné


Sí señores, así es la vida. Una pasa de sentirse en un cuento de hadas a reencarnarse en Bridget Jones, en menos que canta un gallo.

Quizá mi problema es que en realidad nunca me sentí una Cenicienta.

De pequeña quería ser mayor y soñaba (como todos, supongo) en quién me convertiría cuando lo fuera. Pasé por todas las fases posibles, decía que quería ser médico, abogada… ¡quién me iba a decir a mí que acabaría siendo ingeniero!


Durante el bachillerato, mi obsesión era ir a la universidad. Cuando llegué a ella, en cambio, suplicaba que terminara la pesadilla de los apuntes interminables, la estadística, el análisis matemático, los proyectos casi imposibles... Soñaba con ser independiente, tener un trabajo que me diera un poquito más de autonomía y de tiempo libre. Ahora que lo tengo, quiero volver atrás.

A veces me gustaría volver a tener cinco años, y que pensar en quién “se la queda” al jugar a la cuerda sea el mayor de mis problemas. Otras veces, en cambio, me gustaría volver a tener 18. La época en la que yo era una Cenicienta sin saberlo.

Sí, creo que definitivamente, si pudiera viajar en el tiempo, me quedaría para siempre en mi cuento de hadas particular.

Pero no hay vuelta atrás. No, no y no. Aún no han inventado la máquina del tiempo (una lástima) y ya no soy Cinderella girl, soy Bridget Jones. “Perdida en mi habitación, sin saber qué hacer” con mis zapatos de tacón de aguja esparcidos por mi cuarto. Ese que antes era mi castillo encantado.



Ayné


Joaquín Sabina hablaba de Madrid, y decía que allí, "el sol es una bombona de butano". Creo que esto es perfectamente aplicable a mi querido Bilbao, más que nada, porque aquí siempre llueve, y tenemos invierno 330 días al año.
Cada uno, en nuestro apartamento/casa, vivimos y desvivimos nuestras historias particulares, y las bombonas de butano son testigos de todo lo que hacemos.

Nuestros secretos, que tan bien saben guardar, los compartimos con ellas y todos esos objetos que nos observan en silencio.
Las paredes nos escuchan, y como son de papel, muchas veces, sin quererlo, nuestros vecinos también.

Esta noche sin ir más lejos, me está tocando aguantar el escándalo que está montando la bruja de mi vecina (sólo le falta la escoba): la solterona del nueve.

1:30 de la madrugada: su voz irritante y la de sus nuevos amigos sigue retumbando en mis tímpanos. Cada día estoy más segura de odiarla, y sin embargo aquí estoy, dedicándole un pequeño espacio en mi blog. ¿Será que soy una Santa?

Acabo de oírla reír como una loca. Definitivamente no puedo con ella. Se parece a la bruja de Blancanieves. La próxima vez que baje con ella en el ascensor, me la imaginaré con una manzana roja envenenada y una verruga en la nariz (aunque ahora que lo pienso, es posible que ya la tenga).
Queridos amigos, bienvenidos a "Fauna, Flora y Primavera": la 'crème de la crème' de la población bilbaína que reside en mi portal...

Cierto es. Acabo de perder el apelativo de "Santa" para convertirme en cruel. Remediémoslo, al final la pobre solterona no es la bruja más malvada del cuento de mi comunidad. Los hay mucho peores, sí. Es sólo que, por suerte o por desgracia, al igual que la bombona de butano, y a través de las páginas que separan nuestros cuentos (nuestras paredes de papel), yo, reencarnada en el espejito mágico, conozco sus más íntimos secretos.

Ayné


Es una sensación curiosa.

De repente me siento mayor, muy mayor. He pasado de ser una joven universitaria, con una carpeta dentro del bolso, unos libros en la mano y unos vaqueros, a ser una “señora” (como algunos niños osan dirigirse a mí).

La verdad, ahora que lo pienso, de mi época universitaria hace ya mucho tiempo.

Siento como si antes de llegar a ser una flor, me hubiera marchitado. Aunque, bueno, en realidad “sólo” tengo 25 años.

Empiezo a descubrir mis primeras arrugas. Sí, sí, arrugas… ¡HORRROR! Casi no salgo de casa, y cuando lo hago me siento como si estuviera en blanco y negro dentro de una película a todo color.


El otro día volvió a pasarme. Al mediodía, cuando salía del trabajo para ir a comer. Bilbao estaba reluciente. Todo a mi alrededor resplandecía en rojo y blanco, y sin embargo, ahí estaba yo, con mis pantalones negros de vestir, la chaqueta negra y una camisa cualquiera. Como si alguien me estirara de la coleta hacia arriba, deambulando, tiesa, seria, corriendo, como siempre, para no llegar tarde a la oficina…

Cada persona con la que me cruzaba, hacía que me saliera una sonrisa, triste, cierto es, pero sonrisa al fin y al cabo. ¡Qué bonito es el mundo a color!

Me paro a mirar esas niñas que conocía, que a lo mejor, ya no lo son tanto. Ya no quieren ser princesas, ya no sueñan con castillos y vestidos pomposos. Ahora son mujeres hechas y derechas que van en busca de su príncipe, y que me hacen sentirme muy mayor.

Me cruzo con ellas por la calle y me recuerdan a cuando yo era así. Cuando pasaba horas y horas delante de un espejo. Lo mucho que me gustaba probarme “modelitos” (uno detrás de otro, para elegir el mejor de todos, eso sí, e ir monísima allá donde tocara).

Ritual de sábado: sesión de belleza (tooooooda la tarde) para salir unas horitas por la noche.

¿Y ahora qué? Ahora a las doce en casa. Mi carruaje se ha convertido en una calabaza. Quizá se pasó la época de jugar a ser Cenicienta.


Ayné

La palabra ilusión según la RAE tiene las siguientes acepciones:


- Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.
- Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.
- Viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, etc.

Para mí, la ilusión es mucho más que eso. La ilusión es un mecanismo de defensa que cada uno de nosotros tenemos y nos permite mantenernos al margen de los problemas que nos preocupan a diario. Nos ilusionamos con pequeñas cosas, insignificantes muchas veces, que nos empujan a seguir adelante, que nos ayudan a sentirnos un poquito más vivos.

Un vestido nuevo, vaporoso, de flores azules y rojas, que con un poco de imaginación, es un vestido con un toque ibicenco... Me imagino con un sombrero de paja, unas gafas de sol y un aire cálido en mi piel. Y de repente, me siento un poquito mejor. Un poco más viva.


Me enfundo en mi disfraz de ilusión y me siento con fuerza para afrontar mi nuevo día. Me convenzo de que no va a ser tan monótono como el resto, porque hoy llevo mi vestido primaveral, ese que me hace sentir tan bien.

Los que me conocen bien saben lo que es "el aspecto reluciente". Esa ilusión creada no hace tanto. Esa máscara que me pongo todos los días.

¡Dientes, dientes! dicen muchos. Supongo, que como todo en esta vida, es cuestión de actitud. Así que como hay que predicar con el ejemplo, empezaré por mí misma, aunque me tenga que poner "maquillaje hasta en el corazón".