Ayné


Hoy me he despertado a las 10:00 de la mañana, aunque no me he levantado hasta las 13:00, y durante esas horas, mientras me encontraba entre este y el séptimo cielo, he divagado sobre el post que iba a escribir hoy. Quería dejar constancia de que esta semana al final no ha sido tan nefasta y que hay momentos por los que he de sentirme agradecida, por los que merece la pena sonreír:
  • Echarme la "siesta" un vienes  de 18:00 a 21:00 y ver al despertar que tengo 11 llamadas perdidas.
  • Redescubrir que tengo un amigo que es un encanto.
  • Sentarnos de madrugada en un portal y ver el desfile de borrachos al otro lado del cristal mientras nosotras nos burlamos de la vida.

Pero se me ha torcido el día, y la nostalgia no me deja ver más allá de los demonios que me han perseguido durante estos últimos meses. 


El destino me ha estado preparando toda la santa semana para la noche de ayer. Y ahora, tras hacer el papelón del siglo, me dedico a arrancarme la piel a tiras con mis propias uñas y fingir que "aquí no ocurre nada", y claro que pasa. Pasa demasiado. 


Y es que el universo tiene un gran sentido del humor, que yo, desgraciadamente, no entiendo...


Así que me limito, a esperar, y esperar. A verlas venir. Y mientras me lamo mis heridas, permanezco al acecho en la sabana. Alerta, por si un animal salvaje viniera a robarme los jirones de piel que arranqué y que aún me quedan por remendar.


0 Responses

Publicar un comentario