Ayné






He estado fisgando otros blogs.


La verdad es que no os voy a engañar, soy adicta a ellos. Estoy enganchada a demasiadas vidas ajenas. Todos los días miro en mi Google Reader con ilusión, a ver si Gacela, Marga, la mujer tirita, Ea! u otras chicas a las que sigo, han publicado algo nuevo en sus respectivos blogs. Ahora, incluso el “Tito Google” me sugiere nuevas alternativas que se adecuan a mis gustos (hay que ver lo listo que es…) y así es como he ido descubriéndolas.


Hay días en los que me río a carcajadas con sus ocurrencias, y otros, en cambio, que me emociono y siento cómo me da un vuelco el corazón. Me he visto reflejada con una claridad que asusta, en el blog de personas cuyos nombres reales y caras desconozco, y que son capaces de describir lo que siento como si fuera yo misma quien estuviera frente a esos teclados.


Me las imagino, les pongo cara y pienso cómo serán. Es reconfortante encontrarte con un extraño y sentir que no es un desconocido para ti.


Terapia de grupo a mi manera.


Por lo general, he descubierto, que todos ellos tienen un primer post explicando el por qué de esa nueva etapa. El por qué de hablar de sus vidas en Internet, de forma pública o anónima, dependiendo del caso.


La gran mayoría comenzaron sus andaduras a raíz de una mala racha personal, con la esperanza de que con el pasar del tiempo, fueran viendo cambiar el color de sus palabras, y que su blog, fuera siendo reflejo día a día de su evolución personal. De un pasado oscuro de cielos grises a una vida plena y feliz donde el sol no se olvida de salir.


Alguien me descubrió una vez este mundo, el de soltar lo que se te pasa por la cabeza sin miedo al reproche, el de los desahogos sin importar quien te lea, el del anonimato.


Nos planteamos iniciar un blog, pero a Alguien le daba miedo. Así que hicimos un trato, si empezaba yo, Alguien también. Y así fue como me parieron a este mundo. Pasé de canalizar mi rabia, temor, alegría y dolor en papeles que guardaba en una caja, a hacerlo con vosotros.


Compartir con extraños que a lo mejor no son tan desconocidos.


No soy de ese tipo de personas que proclama su vida voz en grito a vecinas, conocidos, amigos y familiares. La verdad es que pocos tienen la suerte o la desgracia de sufrir las vueltas y vueltas que le doy a mi cabeza y conocerme de forma completamente transparente. Muchos protestan (véase mi madre) y no asumen que este silencio es parte de mí. De mi intimidad, que es mía, sólo mía y que no me gusta compartir.


Pero una, no puede cargar con todos sus demonios sola. No puede. Así que esta es mi vía de escape, donde vomito palabras no aptas para todos mis públicos. Guste o no guste. Mi vida al desnudo. Mi “terapia de blog”.

1 Response
  1. Eneritz Says:

    Ese Alguien tenía mucha razón...

    Lo que se hubiera perdido la blogsfera sin ti.

    A ver si es cierto y escribes más a menudo...


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