Ayné


Es curioso cómo después de una relación relativamente duradera recordamos aquél día en el que nos conocimos. Es divertido traer al presente las palabras que intercambiamos en ese momento, las primeras impresiones que tuvimos el uno del otro, el lugar en el que estábamos…
¿Bonito, verdad? Recordar el segundo número uno que compartiste con esa persona.

Hoy quiero contaros una historia. Una historia especial, que no tiene un segundo número uno, que no tiene un ¿te acuerdas del día en que nos conocimos?
Nuestra historia.

No recuerdo el día en que te conocí, pero intuyo que fue por estas fechas. Cuando tus padres volvían orgullosos del hospital, con una bolita de pelo pincho que iba a ser la alegría del 10º A. Eras tú. Mi nueva vecina. Yo tendría la experimentada edad de, aproximadamente… diez meses. Vivía en el 10º D.

No recuerdo ese día, ni tampoco cuándo nos dimos la mano por primera vez para ir al parque. Sólo sé que desde ese momento no me la has soltado nunca… y de eso hace ya 25 años.

Los cumpleaños a cierta edad ya no son buenos, no traen más que recuerdos tristes y sé que hoy tampoco lo es para ti. No es el peor día de este año, porque los ha habido, malos, muy malos y peores. Pero para mí es especial, para mí hay mucho que celebrar.
A diferencia de otras amistades, la nuestra no tiene un principio definido, pero tampoco tiene final. 25 años apoyándonos, conociéndonos, cambiando, definiendo nuestras personalidades, siempre en la misma dirección. Tan distintas de los demás, pero tan iguales entre nosotras.

Te he visto crecer. Jugar con mi abuelo, invitarme a tu casa, charlar por la ventana de la cocina, robarte las sillas en mi cumpleaños, pasarte las anillas en el parque…

Lloré miles de lágrimas cuando con siete años me dijeron que te mudabas (a la calle de en frente, eso sí). Pensé que ya no sería lo mismo, pero cuánto me equivoqué.



Seguimos comiendo pipas en los portales, aprendiste a fumar (y cuánto te critiqué), venías a verme bailar. Te vi enamorarte, llorar, reír, ser feliz, escucharme siempre, cotillear en el Braveheart, columpiarte en el mismo parque 20 años después…
Y sigues siendo tú. La reina de las sombras oscuras, la chica de las parisinas, la que adora las margaritas amarillas, la que calla más que habla, la morena misteriosa, la que piensa a la velocidad de la luz y se le atascan las palabras en la boca, la romántica empedernida. Enamorada de la música, loca por el dulce. La que no se conforma con ser feliz a medias. La que sueña con una boda íntima en la playa. La que no me suelta de la mano.

No lo hagas nunca.

Feliz cumpleaños, Doctora.

1 Response
  1. Eneritz Says:

    No se que es más bonito: si este post o el ramo de flores amarillas que acaba de entrar por mi casa.
    Muchisimas gracias peke !!!
    XoXo


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