Ayné



Tengo que confesaros un secreto.

Hablo sola.

[...]

Bueno, en realidad, hablar, hablar...

Digamos que imagino situaciones. Es decir, mantengo conversaciones (sin articular palabra) con personas que conozco pero que no están presentes. Les digo cosas que, por cobardía, no me atrevo a decir en la realidad. Imagino sus respuestas. Me sonrío e incluso, a veces... bueno, mejor dicho, bastante a menudo, lloro.

Todo depende del día. A veces hay abrazos y caricias, otras, lágrimas y dolor.
Mucho dolor.

Es mi momento de intimidad. Mi forma de desahogarme. Soñar despierta. Dejarme llevar por un momento por mi verdadero yo, aunque sólo sea en mi imaginación.

Dejando fluir lo que realmente siento, dejando por unos instantes de ser esclava de mis propias palabras, y actitudes.

Me encanta hacerlo durante horas.
Es una necesidad.
Mi vía de escape.

Son confesiones conmigo misma. Una forma de descubrir que pasa por mi cabeza, viéndome desde el exterior, observándome, analizando mis miedos y deseos.

Alucinando a veces.

Mis más íntimos secretos. Mi yo oculto. La Ayné valiente, menos racional, menos fría, más emocional y feliz.
La que no existe. La que añoro ser.

A veces pienso ¿estaré loca? pero creo que no. Todos lo hemos hecho alguna vez, y el que diga que no, miente. Es como cuando enloquecemos, agitamos la melena, bailamos y damos vueltas sin parar cuando nadie nos ve.

Sólo que las conversaciones, a diferencia de los bailes, escarban en lo más profundo de mi ser y duelen más. Sacan sentimientos enterrados, maquillados, que vuelven a esconderse cuando se abre la puerta de mi castillo.
Mi habitación.

Manos rápidas que secan mis mejillas.
Sonrisa que maquilla un alma rota.

- Ey tata, tú que sabes mucho de viajes, mira la lista de cosas que voy a meter en la maleta a ver si crees que me falta algo.
- Gomas de pelo, kleenex, el mp3 y tampones.


1 Response
  1. Eneritz Says:

    Puedes estar muuuuuuuy tranquila... yo lo hago el 90% del tiempo.


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