Después de la tormenta siempre llega la calma. O al menos eso dicen.
Veo rayos desde mi ventana y el agua cae a cántaros. Algunos corren apresurados mientras se encogen de hombros. Tormenta de verano, en todas sus acepciones.
Estoy sola en casa y me da miedo que se vaya la luz. Siempre tan asustadiza. Siempre tan insegura.
Confío en que se pase pronto, y que venga la calma que muchos aseguran.
Otra vez, en todas sus acepciones.

La ropa comienza a pegarse e incluso resulta incómoda. Entre saltos y bailes, regreso a casa.
Final de una noche perfecta.
¿Es hora de comenzar a bailar?
Que bien ha estado la tormenta, verdad? Es como si hubiera limpiado un poco de tristeza el ambiente, y que rico huele después. Yo me he asomado a la ventana con el fresquito y he dicho: ya tengo tema para el post de mañana, pero veo que tu te me has adelantado, jeje.
Buen día mañana!