Siempre me ha resultado increíble como algunas mujeres maltratadas vuelven con sus maridos. Me acabo de dar cuenta, que al final no soy tan diferente a ellas. Gracias a Dios, yo no puedo hablar de la experiencia de haber vivido semejante agonía, pero en gran parte me siento identificada con la necesidad de volver a quien te ha hecho daño. Mucho daño.
Haber perdonado una vez tras otra, para volver a sentirte humillada y pisoteada, y aunque todo sentido común indique que debes hacer lo contrario, arrastrarte otra vez, perdiendo la poca dignidad y amor propio que te quedaba.
Es una historia muy larga...
Como toda buena historia, comienza hace muchos años, en un lugar de Cantabria de cuyo nombre no quiero acordarme:
Haber perdonado una vez tras otra, para volver a sentirte humillada y pisoteada, y aunque todo sentido común indique que debes hacer lo contrario, arrastrarte otra vez, perdiendo la poca dignidad y amor propio que te quedaba.
Es una historia muy larga...
Como toda buena historia, comienza hace muchos años, en un lugar de Cantabria de cuyo nombre no quiero acordarme:
- Chico y Chica se enamoran
- Chico deja a chica sin dar ningún tipo de explicaciones porque Chica, según sus propias palabras, "ya no es nadie en su vida y no tiene por qué dárselas"
- Pasan diez años, y Chica no sabe nada de Chico
- Un día Chico ve a Chica y se pone en contacto con ella
- Le dice que la quiere, que no la ha olvidado, que fue un imbécil (en esto Chica está de acuerdo)
- Chica perdona a Chico
- Chico insiste durante meses
- Chica está felizmente emparejada
- Deciden ser amigos
- Hablan a diario durante meses, y Chica se cree las mentiras de Chico
- Pasan los meses y Chico se empareja con otra
- Chico desaparece del mapa
- Las conversaciones con Chico se reducen a cuatro frases cada seis meses.
- Chica reclama una atención mínima para cumplir como amigo suyo que decía que era
- Chico se enfada. Hace sentir culpable a Chica y le dice que no es en absoluto prioritaria en su vida. Pide que le deje en paz, que no le gusta oír las bobadas de Chica.
- Chico deja de dirigir la palabra a Chica.
- Chica, agacha la cabeza, se come sus palabras y pide perdón, no soporta estar a malas con Chico
- Chico sigue sin preocuparse lo más mínimo por Chica
- Chica se acostumbra, y ya no confía en él
- Chico deja a su pareja
- Vuelven las conversaciones y (fichas) diarias
- Chico dice que ha sido un imbécil, que ha estado ausente y que lo siente. Que no volverá a repetirse porque Chica es super importante en su vida.
- Chica se cree las mentiras de Chico
- Chica perdona a Chico
- Chico se empareja con otra (otra vez). Volver al punto 12.
Como veréis, queridos, del punto 25 se pasa al 12, y cuando se llega de nuevo al final, ¡sorpresa! de vuelta al punto 12. Es un bucle (infinito), repetitivo y muy frustrante.
Pues bien, ayer hice un repaso a los puntos 13, 14, 15 y 16 (por si se me habían olvidado...) y recibí contestaciones como:
Pues bien, ayer hice un repaso a los puntos 13, 14, 15 y 16 (por si se me habían olvidado...) y recibí contestaciones como:
- "no estoy atento a tu conversación, porque tengo otras cosas que hacer, como ver la tele"
- yo: "ayer te fuiste sin despedirte", amigo: "¡ah! pues ni me di cuenta", yo: "¡ah! pero si te dije que llevaba una semana horrible", amigo: "vas lista si quieres que te pregunte por qué estás mal, ¿es que tengo que estar detrás de ti? "
- "deja de decir bobadas"
- "no, no te presto ni un 1% de mi atención"
- "¡sólo piensas en ti!"
- "paso de ti, cuando te pones melancólica y paranoica"
- Fin de la conversación.
Sí, señores, resulta que pedir a un amigo (después de seis meses sin saber nada de él, con lo importante que eras en su vida...) que te dedique 5 minutos para contarle lo mal que te encuentras, es de melancólicas y paranoicas.
Veréis, esto me recuerda a los maridos infieles. Sí, sí, esos que regalan flores a sus mujeres, para sentirse mejor. Es común que se pongan hechos una furia cuando ellas les descubren. Por su puesto, lo niegan todo, y le gritan a su mujer:"¡estás loca! ¿pero no ves que te regalo flores?"
Este tipo de expresiones (en las que llamas loca a tu mujer) tienen mayor fuerza cuando se dan en una situación pública. Es lógico, los machos ibéricos, es así como funcionan... ¿es que eres tonta, no lo entiendes?
Pues así me siento yo. Como una mujer a la que le regalan flores. Como un trapo viejo. Utilizada, engañada y humillada.
Pero buenas noticias, damas y caballeros, se acabó. Hoy he encontrado mi amor propio, ese que he perdido en tantas ocasiones, y me juro a mí misma, que es la última vez que me tratan como a un cero a la izquierda. No habrá más oportunidades para pisarme sin piedad. Para pasar por encima de mí y contestar a mis "te echo de menos" con orgullo, bordería, insultos y arrogancia.
Ahora sé, que no eras mi amigo. Que lo que me hacía sentirme importante para ti no era amistad, era sucio interés. Y tonta de mí, que tantas veces me he arrastrado, que tantas veces me he disculpado por no creer tus mentiras...
Oféndete, ódiame, grítame.
Pero jamás, jamás, volverás a pisarme.
Veréis, esto me recuerda a los maridos infieles. Sí, sí, esos que regalan flores a sus mujeres, para sentirse mejor. Es común que se pongan hechos una furia cuando ellas les descubren. Por su puesto, lo niegan todo, y le gritan a su mujer:"¡estás loca! ¿pero no ves que te regalo flores?"
Este tipo de expresiones (en las que llamas loca a tu mujer) tienen mayor fuerza cuando se dan en una situación pública. Es lógico, los machos ibéricos, es así como funcionan... ¿es que eres tonta, no lo entiendes?

Pero buenas noticias, damas y caballeros, se acabó. Hoy he encontrado mi amor propio, ese que he perdido en tantas ocasiones, y me juro a mí misma, que es la última vez que me tratan como a un cero a la izquierda. No habrá más oportunidades para pisarme sin piedad. Para pasar por encima de mí y contestar a mis "te echo de menos" con orgullo, bordería, insultos y arrogancia.
Ahora sé, que no eras mi amigo. Que lo que me hacía sentirme importante para ti no era amistad, era sucio interés. Y tonta de mí, que tantas veces me he arrastrado, que tantas veces me he disculpado por no creer tus mentiras...
Oféndete, ódiame, grítame.
Pero jamás, jamás, volverás a pisarme.
Esa es la actitud...